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jueves, 13 de septiembre de 2012

CONCILIO JUDIO 3º PARTE

Poco después,tratando por todos los medios de evitar la violencia por temor a que el pueblo los matara si maltrataban a los discípulos, los condujeron ante el concilio. Entonces el sumo sacerdote demandó:
-¿ No les habiamos prohibido que no volvieran a predicar acerca de Jesús? Ustedes han llenado a Jerusalén de sus enseñanzas y tratan de descargar en nosotros la culpa de la muerte de ese hombre.
 - Tenemos que obedecer a Dios antes que a los hombres - respondieron Pedro y los apóstoles-. El Dios de nuestros antepasados resucitó a Jesús, el que ustedes mataron, colgándolo en una cruz. Luego, con su gran poder, lo exaltó a Principe y Salvador, para que el pueblo de Israel tuviera la oportunidad de arrepentirse y alcanzar el  perdón de sus pecados. Nosotros somos testigos de ese milagro, y testigo es también el Espíritu Santo que Dios ha concedido a los que lo obedecen.
Entonces el concilio, rabiando de furia, decidió matarlos. Pero uno de sus miembros, un fariseo llamado Gamaliel, experto en cuestiones de leyes religiosas y muy popular entre el pueblo, pidió la palabra y solicitó que sacaran a los apóstoles del salón para que no escucharan lo que iba a decir. A continuación se dirigió a sus colegas con las siguientes palabras:
 - Varones de Israel, mediten bien lo que van a hacer con estos hombres. Hace algún tiempo se levantó un tal Teudas, al que se le unieron unas cuatrocientas personas; pero murió asesinado y los seguidores se dispersaron sin provocar mayores dolores de cabeza. Después de éste, durante los días del censo, surgió Judas de Galilea, quien logró que muchas personas se hicieran discípulos suyos; pero también murió y sus seguidores se dispersaron. Por lo tanto, recomiendo que dejen tranquilo a estos hombres. Si lo que enseñan y hacen obedece a impulsos personales, pronto se desvanecerá. Mas si es de Dios, ustedes no podrán detenerlos.
 ¡Quién quita que, si lo intentan, un día descubran que han estado peleando contra Dios!
  El concilio aceptó la recomendación, llamó a los apóstoles y después de azotarlos, les exigieron que no volvieran a hablar en el nombre de Jesús. Finalmente, los pusieron en libertad.
 Al salir del concilio, los discípulos iban gozosos de haber sido tenidos por dignos de sufrir ultrajes por la causa de Cristo. Y siguieron enseñando y predicando todos los días, en el Templo y de casa en casa, que Jesús era el Mesías.
                                                       Hechos 5:26,41