Al salir de la sinagoga, le pidieron a Pablo que regresara a hablarles la siguiente semana.Pero muchos judíos y gentiles piadosos que adoraban en la sinagoga siguieron a Pablo y a Bernabé, quienes iban por la calle, apremiándolos a aceptar las mercedes que Dios les ofrecía.
A la semana siguiente, casi la ciudad entera fue a escucharlos predicar la palabra de Dios.
Pero cuando los dirigentes judíos vieron el gentío, llenos de celos se pusieron a blasfemar y a rebatir las palabras de Pablo. Entonces Pablo y Bernabé valientemente les dijeron:
--- Era necesario que las buenas noticias de Dios las conocieran primero ustedes los judíos. Pero como se muestran indignos de la vida eterna, no nos queda otro remedio que ofrecérsela a los gentiles. Después de todo, el Señor nos lo ha ordenado: "Te he convertido en luz que ilumina a los gentiles y, por lo tanto, les has de llevar la salvación hasta lo más recóndito del mundo."
Al oír esto los gentiles sintieron una gran alegría y se regocijaron con el mensaje de Pablo. Los que estaban ordenados para obtener la vida eterna, creyeron, y el mensaje de Dios se propagó en toda aquella región.
Pero un día, los dirigentes judíos instigaron a mujeres piadosas y a los jefes de la comunidad a que expulsaran a Pablo y a Bernabé de la localidad. Los dos misioneros se sacudieron entonces el polvo de los pies contra la ciudad y se fueron a Iconio.
Pero sus conversos continuaron llenos de gozo y del Espíritu Santo.
Hechos 13: 42,52
