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sábado, 2 de noviembre de 2013

LA BÚSQUEDA DE SATISFACCIÓN

Yo me dije:"¡Anda, alégrate; sáciate de gozo" Pero descubrí que esto también era vano. Porque es necedad reír todo el tiempo; ¿ qué beneficio produce ? Así que, después de mucho pensarlo, resolví probar los placeres de la embriaguez, procurando aún encontrar la sabiduría.
Luego volví a cambiar de rumbo y emprendí el camino de la frivolidad para experimentar la única felicidad que en toda su vida conoce la mayoría de los hombres.
Después traté de hallar satisfacción  inaugurando un amplio programa de obras públicas: casas, viñedos, jardines, parques y huertos para mí, y estanques para el regadío de mis plantaciones.
Luego compré esclavos y esclavas, y otros nacieron en mis propiedades. Crié grandes manadas y rebaños, más que cualquiera de los reyes que me precedieron. Recaudé plata y oro como tributo de muchos  reyes y provincias.

En el aspecto cultural, organicé coros y orquestas de hombres y hermosas mujeres. Y además tuve muchas y hermosas concubinas.
Así es que me engrandecí más que cualquiera de los reyes de Jerusalén que me antecedieron, y sin embargo mantuve mi perspicacia de modo que pude evaluar todo esto.
Tomaba para mí cuanto se me antojaba, y no me privaba de ningún goce. Hasta en el arduo trabajo hallé placer. Este gusto fue en verdad la única recompensa de todas mis faenas.
Pero mirando cuanto había emprendido, me pareció tan inútil, un perseguir el viento sin que en parte alguna nada valiera realmente la pena. Entonces me puse a estudiar el valor comparativo de la sabiduría y la insensatez, y cualquiera llegaría a la misma conclusión que yo: Que la sabiduría es más valiosa que la insensatez, así como la luz es mejor que las tinieblas; pues mientras el sabio ve, el necio está ciego. Y sin embargo observé que al sabio y al nació hay algo que les ocurre por igual: igual que el necio, moriré yo también.

Entonces, ¿ de qué vale toda mi sabiduría ? Así reconocí que aun la sabiduría es vana. Pues tanto el sabio como el necio mueren, y en lo porvenir ambos habrán quedado sepultados en el olvido.
Así es que ahora detesto la vida, pues es irracional; todo es insensatez, un perseguir el viento. Y esto es lo repugnante: que tenga yo que dejar a otros el fruto de mi ardua labor. Y ¿ quién podrá decir si mi hijo va a ser sabio o necio ? Pero todo lo que tengo irá a sus manos; ¡qué desalentador!
Desesperado, abandoné entonces el trabajo arduo, como respuesta a mi búsqueda de satisfacción. Pues aunque me pasara la vida en busca de sabiduría, conocimientos y habilidad, tendría que  dejárselo todo a quien no se ha esforzado ni un día de su vida; éste hereda gratuitamente todos mis esfuerzos. Esto no sólo es necio sino injusto. Así pues, ¿ qué obtiene el hombre de toda su ardua labor ? Días llenos de tristeza y dolor, y noches inquietas y amargas. Todo es absolutamente ridículo.

Así es que decidí que no hay para el hombre nada mejor que disfrutar de su comida, su bebida y su trabajo. Entonces reconocí que aun este placer procede de la mano de Dios. Porque, sin El, ¿quién puede comer o tener gozo? Porque Dios da sabiduría, conocimientos y gozo a quien le place;  pero si un pecador se enriquece, Dios le quita la riqueza y se la entrega  a quienes le agradan. De modo que en esto vemos también un ejemplo de un necio perseguir el viento.
                                                                                  ECLESIASTES 2: 1,26
   Escrito del rey Salomón ( Biblia en paráfrasis)