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lunes, 10 de diciembre de 2012

LO NECIO Y LO DÉBIL DEL MUNDO

Sé bien que para los perdidos es insensato que se les diga que Cristo murió para salvarlos. Pero para los salvos no es insensatez; es poder de Dios. Porque Dios dice:
 "Destruiré los planes humanos de salvación por sabios que parezcan, y haré caso omiso de las mejores ideas humanas por más brillantes que sean".
Y ¿ qué de los sabios, de los eruditos, de los más destacados polemistas de este mundo?
Dios los ha hecho lucir tontos al mostrar que la sabiduria de que hacian gala era insensatez. En su sabiduria, Dios comprendió que el mundo jamás lo encontraria por medio de la inteligencia humana, y determinó salvar precisamente a los que creen de corazón este mensaje que el mundo tilda de tonto e insensato.
 Es insensato para los judios porque piden señales en el cielo que confirmen la veracidad de lo que se les anuncia; y es insensato para los griegos porque sólo confian en lo que concuerda con su filosofias y en lo que consideran sabio.
Por eso, cuando les predicamos que Cristo que murió puede salvarlos, los judios se ofuscan y los griegos dicen que es tonteria. Mas para los llamados, ya sean judios o griegos, Cristo es el gran poder de Dios que los salva, el centro mismo del sabio plan de salvación divina.
 El supuestamente "insensato" plan de Dios es mucho más sabio que el más sabio plan humano, y el Dios "debil" que muere en una cruz es más fuerte que todos los hombres juntos. Fijense, hermanos: entre ustedes, pocos son  los sabios, los podedrosos, los célebres. Deliberadamente Dios ha escogido a los que el mundo considera tontos y débiles para avergonzar a los que el mundo considera sabios y fuertes.
 Ha escogido a los que en el mundo no tienen importancia alguna, a los despreciados, a los que nada son, para destronar a los que el mundo considera grandes, de modo que nadie pueda jactarse en la presencia del Señor. Por Dios es que ustedes están en Jesucristo, quien ante Dios es nuestra sabiduria, nuestra justificación, nuestra santificación y nuestra redención. Al fin de cuentas, como dicen las Escrituras: "El que va a gloriarse, sólo puede gloriarse en lo que el Señor ha hecho".
                                        1ª de Corintios 1:18,31