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sábado, 11 de enero de 2014

LAS AFLICCIONES, UN ESTÍMULO


Los griegos cuentan de un soldado enfermo que, en tiempos de Antígono,se destacó mucho en la guerra. Era siempre el primero en la batalla,valiente entre valientes.
La razón de ello era que sufría tanto por motivo de una enfermedad, que luchaba en la guerra con el fin de olvidarla. Sabía que tenia poco tiempo de vida, así que no temía a la muerte.
Antígono, gran admirador de este valiente soldado, al enterarse de su enfermedad, lo hizo curar por uno de los más eminentes médicos de Grecia. 
Pero, desde ese día, ya no apareció más el guerrero en el frente de batalla. Buscaba comodidades y descanso, pues, como lo expresó a sus camaradas, habiendo recobrado la salud, deseaba vivir para gozarse de ella, y no estaba dispuesto a arriesgar su vida.

Así ocurre a veces en la vida de los creyentes,cuando padecen más grandes aflicciones,somos valientes por la gracia de Dios y fieles en su servicio; creemos que no hay en este mundo cosa alguna que valga la pena,y pensando en el mundo venidero,mostramos celo,y abnegación. Pero cuando vienen tiempos mejores,¡cuán a menudo los placeres y las alegrías de la vida hacen que sea difícil que recordemos el más allá y entonces nos hundimos en un ocio vergonzoso!
     C.H.Spurgeon. LAS