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viernes, 26 de agosto de 2016

EL ÁRBOL DE LA VIDA

                                           EL ÁRBOL DE LA VIDA
                                      GÉNESIS 3: 6

"Árbol de ciencia del bien y del mal" era bueno para comer, agradable a los ojos y codiciable para alcanzar la sabiduría. Sea cual fuere la naturaleza exacta de ese árbol literal, figurado o simbólico la esencia del pecado de Adán y Eva fue cuando menos en parte, el traspasar de Dios a sí mismo el control de sus propias vidas.
Dios le había dicho, en efecto, que hicieran todo cuanto quisieran excepto una sola cosa. Era una prueba de su obediencia. Mientras se abstenían, Dios reinaba en sus vidas. Cuando a pesar de su mandamiento hicieron lo único que se les prohibía, se hicieron los propios amos.

¿No es esto la esencia del pecado humano- arrogarnos el derecho de ordenar nuestras vidas según nuestro propio antojo?
Desde el principio Dios había dispuesto que el hombre viviera para siempre, siendo la obediencia a El la única condición. El hombre fracasó y luego comenzó el proceso largo y lento de la redención por un Salvador, por medio del cual el hombre pueda recobrar su estado perdido.

¿Por qué hizo Dios al hombre de manera que pudiera pecar.?
Bueno, ¿ y de qué otra manera podría haberlo hecho, salvo como una máquina, o como animal guiado únicamente por el instinto ?
¿Podría haber un ser moral sin el poder de escoger? La libertad es un don de Dios al hombre; libertad para pensar y para escoger; libertad de conciencia, aun cuando el hombre use de su libertad para rechazar y desobedecer al Dios que se la dio.

¿ No sabía Dios que el hombre pecaría ?
Si, y sabía las fatales consecuencias; pero también sabía el resultado final. Sufrimos y padecemos, y nos preguntamos por qué Dios hizo semejante mundo.
Pero algún día, cuando todo haya llegado a dar su fruto final, nuestros padecimientos terminarán, nuestras preguntas cesarán, y juntos con los redimidos de todos los tiempos nos uniremos en interminables alabanzas a Dios por habernos creado tal como lo hizo, y por habernos conducido hasta la vida, la gloria y el gozo en las edades sin fin de la eternidad.